Todavía no está todo dicho!

Siempre el escenario político argentino es una caja de sorpresa. Y Siempre que hay espacio para la disrupción, hay desconcierto. Porque cuando todo parecía que ya el misterio se había develado con el anuncio de la fórmula kirchnerista Fernandez – Fernandez, los amigos de Alternativa Federal seguían esperando “porque falta mucho”, desde el oficialismo se pateó el tablero y redobló el riesgo, subrayando el interés electoral por encima de cualquier otro clivaje.

Por ello, debemos ser muy cautos con las prognosis que nos puedan invitar a caer en falsas conclusiones. En primer lugar, son acuerdos que responden a la lógica de la política pura y exclusivamente, que dirimen y expresan lo más agonal de la cosa política. Esto es, responde a la constitución de una coalición gobernante que denote la primacía de una salida a las interrogantes provenientes de los países vecinos y socios comerciales; que implica invertir la escala de valores observados en cualquier estudio de opinión pública y que dista mucho de las cuestiones domésticas tales como inflación, tasa de interés, inversiones, entre otras pero que supone una prioridad de lo económico y la seguridad jurídica por sobre lo social.

En segundo lugar, el comunicado electoral del oficialismo implica llenar dos vacíos: neutralizar la incertidumbre política para la política, no para la ciudadanía; la cual está ocupada por conceptos más próximos de supervivencia y conservación material, luchando con la posibilidad de descensos sociales que con la expectativa de solución a problemas más complejos. El otro aspecto busca nutrir de contenido a la inminente y/o atrevida propuesta desde el kirchnerismo, no del peronismo, pero sí muy reducida a su propia cosmovisión de cómo hacer, que intentó jaquear al oficialismo marcando la cancha desde temprano.

No obstante, nos surgen dos nuevas interrogantes: ¿qué pasó con Alternativa Federal? Alternativa Federal era eso y no más que eso, una propuesta de cuatro dirigentes nacionales con capital político (electoral y/o gubernamental) que hablaban de la realidad nacional, cada uno desde su propia silla y su mundo, que en lo único que los unía era la posibilidad de plantear una oferta electoral si el contexto lo ameritaba. De hecho, nunca significó el origen de un partido político nuevo, solo un espacio de discusión con apoyos y límites; donde el único que no corría ningún riesgo es Schiaretti, sea por su demostración afectuosa con Mauricio Macri (no con Cambiemos), sea por su liderazgo dentro del justicialismo, sea por sus diferencias con el kirchnerismo o por su necesidad de garantizar governance a su provincia.

¿y qué significa la “tercera vía” Lavagna – Urtubey? Básicamente la podemos entender como un acuerdo del rezago oficialista y antikirchnerista, que logrando alcanzar los umbrales electorales en las próximas PASO, puede convertirse en un nuevo socio de la coalición gobernante oficialista, que aportará una visión crítica y respetuosa a la agenda gubernamental o bien, será la piedra en el zapato que interpelará todo el tiempo a la discusión kirchnerista que está anclado en un discurso más combativo que dialoguista.

La contracara de este espectáculo es la incertidumbre aguda que pesa sobre el electorado, que se encuentra amenazado por una oferta holística, extrema y con mucho sabor a duda, que los obliga a actuar más con la razón que con la emoción y/o la pasión, porque ve alterado su status quo y eso es muy peligroso, ya que puede abrir la puerta a la apatía y desafección política en un grado no controlado por la coalición gobernante. Lo cierto es que, todavía no está todo dicho y hay mucho por recorrer.

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