Las mujeres en política no son una moda!

Hasta mediados del siglo XX en forma aguda y significativa la política se constituía como un mundo de hombres, de ellos, de viriles, exclusivamente de varones y no de mujeres, ni siquiera para ejercer el mínimo de participación en un sistema democrático que es expresarse libremente con sus ideas. Básicamente el sistema social estaba entramado con una frontera imaginaria incuestionable que dejaba afuera a más de la mitad de la población del otro lado de las puertas institucionales del status quo.

En el caso argentino, lo cierto es que la llegada de Eva Duarte a las esferas de mayores decisiones en el gobierno de Juan Domingo Perón (aunque nunca ocupó un cargo público), cuya actuación se blindaba por ser la abanderada de los más humildes, de los que menos tenían y una permanente sensibilidad de encuentro con el otro; significó un cambio de paradigma en la vida política toda. Tal vez, su rol aggiornado y disruptivo a la coyuntura del momento, delimitado en el inconsciente social como una figura maternal, no obstante no debemos quitarle el mérito de haber podido empoderar a todas las mujeres con la institución más sagrada que tiene una democracia: el voto.

En la década 80 con el regreso de la democracia a la vida de todos los argentinos renovó las esperanzas de muchos y las luchas por la ampliación de los derechos constituidos y consagrados comienzan a tener mayor velocidad en la discusión pública en el inicio del Siglo XXI. Hoy en día, la agenda pública ofrece capítulos enteros de “feminismo”, “fin del sexismo”, “mujeres”, “paridad” y sin número de etiquetas que denotan el grado mayúsculo de violencia padecido, solo por el hecho de haber aparecido en este mundo con un sistema de reproducción distinto al varón.

En las experiencias vividas en la provincia de Córdoba, el grado de sensibilización, discusión, internalización y abordaje de la problemática es sublime; en un abanico transversal a todo el gobierno que implica desde la puesta en la mesa del debate de los problemas, anhelos y desafíos; la ampliación de derechos y obligaciones hasta el dispositivo institucional de un Ministerio de la Mujer, que permita activar no solo mecanismos de reparación de las víctimas de violencia, sino de construcción de verdaderos espacios promocionales y educativos, que borran las divisiones de poder entre mujeres y varones.

De modo que, el cambio de paradigma está vigente y la voluntad política in crescendo. Los esquemas decisionales no resuelven una necesidad, se ocupan. La sociedad inmiscuyéndose en la discusión y acelerados por la intervención de las nuevas herramientas comunicacionales: las redes, que permiten ser una suerte de portavoz compartido y que obliga a tomar nota de voces calladas otrora. Para los detractores, misóginos, “haters”, o como se denominen les tengo una mala noticia: hoy en política estamos todos y todas. Las mujeres en política no son una moda!

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